Si nuestro objetivo como humanidad es estudiar la vibración, la vida, el Hado (como lo reitera el Dr. Emoto) bienvenidas sean las artes, la brisa y sus pétalos, los olores que enmarcan nuestra existencia, la ciencia con el corazón atento y la mirada de los más pequeños.
No podemos equivocarnos otra vez, nuestro latir encierra el canto de lo sagrado, el vuelo de lo oculto,
Ser un cuenco cantor, ser un diapasón o una trompeta de alerta para nuestro compañero de camino, para la humanidad que esté dispuesta a escuchar, es todo un regalo de
Y somos hijos de ese amoroso Padre dador, somos agua y fuego puro de
El Agua que graba en su esencia nuestras presencias, nuestras formas, tonos y rumores, nuestros secretos… nos aguarda.
Aguarda por el contacto, el respeto, el agradecimiento, la bendición, la alegría compartida con ella, la limpieza, espera por algo de nuestro tiempo, una reflexión y tal vez en forma muy especial, espera mansamente un pedido de perdón por nosotros y por nuestros antepasados, por milenios de agravios e ignorancia acerca de su Ha Emet, su Verdad.
La visita del Mensajero de las Aguas, el D. Emoto fue un destello más de esperanza, observar cómo sus diapasones entraban en resonancia con la voz humana, cómo se insuflaba vida a través del canto, en el momento en que el sonido comenzaba a morir, fue movilizante. Como un despertador cósmico, podría llamarlo.
Este despertador grita: “Ya es hora, despabílate amor”. “Guarda que el agua-aguarda”.
Desde
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